Descubra el senderismo oriental, ¡un concepto novedoso!

Soraya Shanti, instigadora y organizadora nos informa sobre este evento original. Bailarina, profesora de danza del vientre y también doctoranda en danzas Magrebí-orientales en Francia. Ella nos cuenta su recorrido, su bagaje cultural fuera de lo común y apasionante a la vez.

Este concepto de senderismo oriental es completamente único, ¿Cómo le llegó esta idea y cuáles son los objetivos?

Esta idea tiene su origen en mi pasión por la naturaleza, el senderismo y la danza del vientre en el exterior. Así como el deseo de construir puentes entre las culturas. Con regularidad experimento sesiones de danza al aire libre, en donde los sonidos son sólo los que provienen de la naturaleza. Por cierto, mis sesiones fotográficas se estructuran siempre de esta manera; no me considero modelo sino bailarina, esto me ayuda a liberarme del tiempo de la fotografía. Estar sola en medio de la naturaleza, permite al espíritu escaparse, salirse de su zona de confort. Salimos del entorno de una sala de danza, del espejo. No hay juicio, nos liberamos y nos sentimos en otro mundo. Una mezcla ideal que nos puede llevar verdaderamente a centrarnos en sí mismos y en la percepción de los movimientos.
El senderismo Oriental, es al igual un evento asociativo, insisto. Con el equipo de nuestra estructura, hemos escogido que este día sea accesible a la mayoría y sea un tiempo en donde los apasionados y apasionadas puedan aprender, también compartiendo un momento fraternal. Siendo doctoranda en sociología sobre las danzas magrebí-orientales, el compartir y el acceso a un saber científico de confianza es importante para mí. Así que hemos creado el Centro Artístico y de Estudios de las Artes magrebí-orientales (asociación organizadora de este evento) desde esta perspectiva. Actualmente estamos trabajando en la forma de compartir este saber con los bailarines y bailarinas o de otros horizontes (géneros musicales, artes visuales, literatura…). Un proyecto de ciclo de conferencias se avecina para el 2020. No es porque seamos practicantes de esta disciplina que no transmitamos a veces información errónea o estereotipos. Más aún sobre la forma de cómo estas danzas fueron introducidas en Francia, con una idea un tanto estancada en lo imaginario, en torno a los bailes y de la forma como estos son puestos en escena. Es lo mismo para otros campos artísticos, pero nosotros nos concentramos ahora principalmente en las danzas y los géneros musicales orientales.

¿Cuál es el programa detallado de las actividades de este año?

El día comienza con una caminata en medio del valle de Munster en Alsacia; un lugar montañoso, verde y revitalizante por su tranquilidad. Luego, un lugar nos espera para comenzar un taller de danza del vientre al aire libre, como el suelo no es realmente el de una sala de danza, el exterior nos permite un regreso hacia una danza pura, sencilla y espontánea. No hay giros, arabescos o desplazamientos. Volvemos a la danza incorporando principalmente el lenguaje corporal que caracteriza a la Danza del Vientre.
El año pasado el tema fue la danza de anclaje que continuaremos este año, haciendo énfasis en la gestualidad de los brazos que constituyen hoy en día el origen de mi danza.
Un tiempo de “biblioteca abierta” será organizado con una puesta a disposición de lecturas universitarias relativas al área de los géneros musicales y bailes de Magreb y del Medio Oriente.
Este momento se acompañará de un intercambio entre los participantes, con el fin de confrontar nuestros pensamientos y nuestros puntos de vista.
La velada concluirá con una comida festiva durante la cual, la danza del vientre de forma popular recobrará todo su sentido. Espontaneidad y sencillez son las palabras claves en este día de reencuentro.

Usted es doctoranda en danzas Magrebí-orientales en Francia. ¿En qué medida asociaría usted ese bagaje cultural con su enseñanza de la danza del vientre?

Mis estudios en sociología tienen una gran influencia en mi danza, en la medida en la que continuamente busco cuestionar y poner una mirada crítica en las practicas que observo, así como en la mía indirectamente. Investigar me ha llevado muy rápido a saber encontrarme y comprender cosas que podrían molestarme. Principalmente la construcción del discurso, a veces desacreditador con respecto a esta disciplina y a los que la practican. Desde el 2016, organizo con frecuencia una conferencia que tiene como título “Imaginarios y Danza del Vientre”: ¿Qué herramientas para encontrarse, comprender y desglosar las atribuciones estigmatizantes?”.
Hoy observo en retrospectiva, la gran diferencia entre lo que yo producía hace 5 años y ahora. Yo diría que me he reconectado con mi voluntad de no transigir ante la importancia del sentido que le damos a la danza. Extraigo de mi historia, mis experiencias para ofrecer creaciones artísticas buscando cuestionar, denunciar, y pensar en diversas temáticas que me conmueven.
Y si mi personalidad en la danza ha evolucionado, la educadora que soy, también. Velo por el desarrollo personal y la expresión de los sentimientos a través de la danza. De esta forma trato de abordar esta danza de forma objetiva y técnica con el fin de que toda persona cual sea su sexo o su género pueda realizarse plenamente, que cada uno(a), con su historia pueda encontrar una forma de expresarse. Culturalmente también, pues aun para las personas que tienen orígenes magrebíes u orientales, las danzas magrebí-orientales no les son necesariamente familiares.

¿Qué es lo que le apasiona tanto de la danza del vientre?

Las ondulaciones de algunos gestos me apasionan. La parte de la fluidez, esta impresión de que todo parece ser obvio. La idea de una danza del vientre sencilla, que por lo tanto necesita un dominio preciso de su cuerpo y de las zonas inesperadas antes de que queramos aprender estas danzas. Al igual me gusta, la fuerza que se puede emanar de algunas danzas. La diversidad de las energías existentes, según si bailamos lo tradicional, que tendamos hacia la música clásica o de un país al otro. La dificultad de la sonoridad y toda la sutileza que se desprende de los géneros musicales magrebíes o del medio oriente. Trabajar en esto y poder compartirlo con diferentes públicos sigue siendo un reto.
Estas danzas son sobre todo para mí, una fuerza de expresión y hoy constituyen la base de mi enfoque contemporáneo. Es a través de ellas que yo construyo actualmente mi forma de expresarme y de bailar en mi primera y verdadera creación artística “rebeldes” en cooperación con la artista en imagen Julie-Anne Weber el creador de las luces Juan-David Weber.

¿Podría usted recordarnos su comienzo, su recorrido y su amor a primera vista por la danza del vientre?

Mis primeros pinitos en las danzas tunecinas y orientales se hicieron en mi círculo familiar. Nací de una pareja mixta franco-tunecina, mis padres siempre velaron porque las dos culturas hicieran parte de mí plenamente. Es algo que se quedó en mí hasta hoy. Procuro desarrollar creaciones y una danza que deja ver este frágil equilibrio; difícil de encontrar cuando uno es binacional. A menudo, uno se siente expulsado de una orilla a la otra del mediterráneo.
Desde mis 4 años me quedaba varios meses al año en Túnez con la familia de mis padres. Mi abuela nunca fue a la escuela, mis primas a esa edad no hablaban francés aun y yo tunecino tampoco. Tuve que aprender así. Gracias a esos primeros viajes, yo pude descubrir primero: el idioma de Túnez muy melodioso; también tuve la suerte de hacer parte de una familia donde la música iluminaba nuestros días. De niña, conocí sobre todo, las danzas tradicionales de mi ciudad que me enseñó mi abuela durante los matrimonios. Nada es innato, muchos piensan que las personas de origen magrebí u oriental saben bailar naturalmente, pero no es el caso. Es por medio de las fiestas, que desde una edad muy temprana aprendemos. En esa misma época, yo descubría los géneros musicales orientales con los cuales (sin nunca haber visto películas sobre la danza del vientre) me acuerdo haber bailado haciendo gestos ondulados con las manos. Teniendo una sensación musical muy visual, pienso entonces que trataba de dar vida a las notas musicales invisibles con mis manos. Es algo que en la actualidad aun guía mi trabajo de investigación de la gestualidad. De adolescente, con mis primas hacíamos la limpieza cotidiana bailando con los ritmos de la música que pasaban en las cadenas libanesas como Rotana TV, Melody hits, etc… Es así como yo comencé a bailar sin saber lo que era la Danza Oriental. Para nosotros, simplemente era bailar a nuestra manera. De la misma manera que no prestamos atención en la forma de bailar cuando salimos de fiesta en Europa.
Fue hacia mis 18 años que abrí por la primera vez la puerta de un curso de Danza Oriental. En la misma época en la que Shakira era cada vez más popular (a muchos no les gusta que hablemos de esto pero asumo que pertenezco a esa nueva generación a quien Shakira incitó a saber un poco más) y en donde mis viajes a Túnez se hacían más escasos debido al fallecimiento de mis abuelos y a un periodo doloroso, de cuestionamiento sobre mis orígenes. Mi abuela, la que me había transmitido todo ya no estaba allí desde hacía muchos años, mi abuelo fallecía al igual que mi única tía. ¿Quién iba a contarme mi historia? ¿Mi cultura? Somos una familia en la mayoría femenina, las enseñanzas se hacían esencialmente por nuestras madres. Entonces sentí la necesidad de encontrar en Francia algo que me conectara también con mi segundo país y de acercarme a la danza que era al igual un medio para expresarme de otro modo que sólo con palabras.
Hoy enseño la danza del vientre desde hace 5 años y he podido desarrollar y compartir diversos proyectos (prácticas, reportajes, creaciones, en cooperación…) en Estrasburgo, también en Francia y en el exterior. Me gusta en especial desarrollar mi universo y mi carrera más o menos fuera de los festivales de Danza Oriental ya que encuentro una libertad de expresión más grande y me gusta poder conocer los artistas que pertenecen a otros universos.

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