Los estados de ánimo de la bailarina

Ser bailarina no es solo ejecutar una coreografía... Ser un bailarina, también implica enfrentar múltiples emociones que nos abruman en diferentes períodos de nuestra vida de bailarina, así seamos principiantes, experimentadas, profesionales... y en diferentes contextos (durante los cursos, entre los bastidores, en el escenario...). Emociones que se entremezclan, evolucionan e influencian nuestras danzas.

La pasión

Ser apasionada por la danza es tener una pasión intensa, fuera de lo común por esta actividad. Es alegrarse de ir a bailar, de ver bailar, es tener ganas de aprender, de informarse. Cada vez querer más y más. Una pasión que a veces nos puede llevar a la sinrazón: Horas de entrenamiento demasiado intensas que pueden tener un impacto negativo en tu cuerpo, un presupuesto desbordante destinado a los cursos o a los trajes de baile... ¡pero la danza nos da tanta felicidad que estaríamos dispuestas a darlo todo por ella... o casi!

La frustración

Ser bailarina significa enfrentar obstáculos como el de no ser capaz de ejecutar pasos o frases de danza, no progresar tan rápido como nos gustaría, no tener las capacidades físicas necesarias, no poder destinar el tiempo o el presupuesto necesario para nuestra pasión. La solución es siempre dar el máximo de ti para no arrepentirte y sobre todo nunca compararte con los demás. Ser bailarina también significa aceptar la falta de reconocimiento: a veces trabajas cientos de horas para una actuación de unos pocos minutos, sin que nadie se de cuenta del esfuerzo y de la precisión requerida.

El miedo

Para ser bailarina, es necesario superar tus miedos ante los peligros de algunos pasos coreográficos o del manejo de algunos accesorios de danza (alas de Isis, bastón de danza del vientre, abanicos, veil poï, velo de danza del vientre, candelabro para danza del vientre, aro, Flex'veil...), pero sobre todo y más a menudo, durante una audición o cuando te subes al escenario. El nerviosismo opera y puede paralizar a la bailarina en detrimento de la calidad de su actuación de danza. Preparando lo mejor posible su coreografía, teniendo confianza en sí misma y tratando de ser positiva, la bailarina podrá contrarrestar su miedo escénico y asi ocultarlo para no mostrar ante su público.

Orgullo

Ser bailarina significa estar orgullosa de lo que se hace en clase o en el escenario, feliz de realizar y presentar su propio trabajo, ya sea solo enfocada en la ejecución de un baile o si es fruto de un proyecto coreográfico global (danza + vestuario + puesta en escena) además del hecho de estar satisfecha y ser valorizada.

El bienestar

Ser bailarina es finalmente sentir un inmenso bienestar cuando realizas los pasos de baile, cuando tu cuerpo y tu espíritu están habitados por la música. Es sentirse libre en tus movimientos y en tu cabeza. Es compartir con las otras bailarinas y con tu público momentos de felicidad enriquecedores que nos hacen sentir muy bien.

Tantas emociones contrarias y complementarias que son vividas de manera diferente por cada bailarina, que permanecen latente en nosotras... ¡y que nos hace vibrar! 

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